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¿Quién es el Mariquelo?
Publicado el 30 Oct, 2023

Antes de responder a esta pregunta, debemos situarnos en un tiempo y espacio geográfico concreto para dotar de sentido al personaje, para ello nos remontamos al terremoto de Lisboa de1755 y sus efectos en la ciudad de Salamanca.

El terremoto de Lisboa de 1755 ocurrió el 1 de noviembre del mismo año, entre las 09:30 y las 09:45 de la mañana. Se estima que causó la muerte de entre 60.000 y 100.000 personas. Los sismólogos calculan su magnitud entre un 8.7 a 9.0 en la escala sismológica de magnitud de momento (Mw), sucesora de la conocida escala sismológica de Richter. Se ignora su hipocentro, y en cuanto a su epicentro se estima que pudiese estar en algún lugar de la falla Azores-Gibraltar a menos de 300 km de la capital lusa. El terremoto fue sobrevenido por un tsunami y un incendio que devastaron Lisboa. Sus efectos alcanzaron toda la península Ibérica y el norte de África. El estudio de este terremoto sienta el precedente de la sismología moderna.

A pesar de que Salamanca está situada a 388 km en línea recta desde Lisboa, los temblores del terremoto se dejaron notar en la ciudad charra. No hubo víctimas mortales, en cambio, algunos edificios sufrieron daños estructurales entre los que destacamos el Colegio viejo, Palacio episcopal y la linterna de la cúpula de la iglesia del Real Colegio del Espíritu Santo de la Compañía de Jesús, hoy iglesia de la Real Clerecía de San Marcos. Actualmente podemos ver la linterna seriamente inclinada si nos posicionamos desde el Patio de Escuelas o desde la terraza que mira a la plaza de Anaya en la Catedral Nueva.

Otro de los edificios que sufrió grandes daños fue el conjunto catedralicio de la ciudad. El claustro de la catedral vieja contó con graves desperfectos. Los daños en la cúpula del cimborrio provocaron que se tuviese que desmantelar para volverla a construir posteriormente. Sin duda el elemento que más perjudicado fue la torre campanario. Lo cierto es que ya presentaba problemas estructurales tal y como apuntó Alberto de Churriguera en 1729. El problema está relacionado con el reaprovechamiento de la torre románica de la catedral vieja con un añadido barroco cuyo aumento de peso provoca daños importantes en la fábrica. Si a esto le sumamos el gran terremoto, no es de extrañar que se considerase la posibilidad de derribar la torre ante el alto riesgo de desplome.

El Cabildo catedralicio valoró diversas soluciones a este problema como, por ejemplo, demoler la torre y construir una nueva, incluso construir otra idéntica al otro lado del templo. Finalmente se optó por reparar la edificación ya existente con un cinchado de la base con forjado de hierro, tirantas de madera y rellenos de cal y cantos. Sumado al forado de sillería en forma de talud desde la base hasta la sala de campanas, provocando ese efecto piramidal en la torre tan característico.

A partir de este momento se inicia una tradición que conmemora aquel día. El cabildo establece que todos los días 31 de octubre a mediodía alguien subiera a la torre a modo de acción de gracias con un repique de campanas para pedir que este horrible acontecimiento no volviese a suceder. Otro encargo para ese día era medir cada año la inclinación de la torre para comprobar que no había desplazamientos. La encomienda recae sobre los “Mariquelo”. Esta familia se encargaba de los distintos toques de campanas y vivían en el interior de la catedral. La tradición continuó hasta 1977, fecha en la que el último miembro de la familia Mariquelo, llamado Fabián Mesonero Plaza, dejó de subir a la torre.

En 1985, Ángel Rufino de Haro continúa la tradición y toma el nombre de Mariquelo en honor a la familia que cada año realizaba la hazaña heroica. Ángel sube cada 31 de octubre a la torre ataviado con la vestimenta tradicional charra, su tamboril y un cajón con palomas que suelta en la cima de la torre.

Sin duda, visitar la Catedral Nueva de Salamanca el 31 de octubre y ver al Mariquelo es toda una experiencia que merece la pena contemplar.

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