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Alegorías a la muerte en las catedrales de Salamanca y Guadix
Publicado el 10 Ago, 2023

Los huesos siempre han acompañado al cristiano a lo largo de los tiempos, ya sea a través de la veneración de las reliquias de los santos, que generalmente son restos óseos, o bien, en las alegorías a la muerte, amenudo llamadas vanitas, locución latina que significa vanidad, en referencia al vacío, entendido como la brevedad de la existencia.
Su nombre y la forma de concebirlo, tiene su origen en un pasaje del Eclesiastés, libro del antiguo testamento perteneciente al grupo de los sapienciales. (Ec 1, 2): “Vanitas vanitatum et omnia vanitas”, que significa vanidad de vanidades, todo es vanidad. El mensaje se centra en lo efímero de los placeres mundanos en contraposición a la certeza de la muerte, alentando un punto de vista estoico sobre la vida y su final.

En las vanitas se nos cuenta que de nada sirven los apegos a lo mundano, si no salvamos nuestra alma, o por lo menos, no la preparamos para la vida eterna. En el siglo XVII, con el auge del barroco, surgen una serie de bodegones en los que se representa la inutilidad o efímero de los bienes terrenales frente la muerte, lo único que tenemos seguro desde el instante en que tenemos vida. Generalmente, la muerte se representa con un esqueleto completo, o con una calavera, en su forma abreviada. Se representan diferentes objetos que que aluden al paso del tiempo y la brevedad de la vida, con una intencionalidad moral.
La muerte despoja al cristiano de los atuendos que le ha legado el mundo y la presencia de la calavera o el esqueleto completo, ponen de manifiesto que independientemente de nuestra situación social, la muerte nos hace iguales a todos. En el cristianismo los huesos son un símil de la resurrección. El cuerpo se entierra, y los huesos actúan como semillas que germinan el día del “Juicio Final”. En este sentido se refuerza la idea de vida eterna del cristiano, por lo que podemos ver el esqueleto con una perspectiva dualista, por un lado el fin de la vida, y por otro, con la resurrección que establece el mensaje de la salvación.

En la catedral nueva de Salamanca hay una vanitas, concretamente en la Capilla Dorada, también llamada de Todos los Santos, ya que entre sus muros hay más de una centena de esculturas que representan a santos de la Iglesia universal. Esta capilla funcionó de forma autónoma en los inicios de construcción de la catedral nueva. Entre estas esculturas de santos hay un nicho con una alegoría a la muerte. Se muestra una talla de piedra policromada que representa un esqueleto posicionado de pie en fase de descarnamiento o putrefacción. En la parte inferior del nicho, hay escrita una locución latina: “MEMENTO MORI”, que significa “recuerda que morirás”. Esta efigie no está colocada al azar esta capilla, que tuvo un uso funerario, sino que está para recordándonos que vamos a morir.

En la catedral de Guadix (Granada) tenemos otra vanitas. En un vano sobre la portada de la Sacristía Mayor, hay una efigie que representa un esqueleto limpio, sentado sobre tres sillares en actitud pensante. El codo derecho apoyado sobre la rodilla y con la mano puesta en la cabeza, que está inclinada. La mano izquierda, sujeta un estandarte banco con una cruz latina de gules y patada. En la parte inferior hay un texto en latín: “Tempus fugit Solus Deus manet”, que significa “el tiempo vuela Solo Dios permanece”. Intencionadamente colocado junto al reloj de campanas que da las horas en el interior del templo, testigo del paso del tiempo; y frente a la entrada de la cripta del presbiterio, testigo del la muerte. Mira hacia el sagrario, lugar donde Cristo permanece. Invita a la persona que entra y sale de la sacristía, generalmente el obispo o los canónigos, a que sean buenas personas, ya que el tiempo pasa, la muerte está próxima y lo único que nos espera es Cristo.

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