En el silencio recogido del coro bajo del Real Monasterio de las Comendadoras de Madrid, los Niños Jesús se presentan no como piezas de exposición, sino como habitantes vivos de la clausura, presencias que acompañan desde hace siglos la oración cotidiana de las monjas. Cada Niño ocupa su propia estancia, un rincón de intimidad y misterio donde la vida monástica respira con una ternura antigua: allí donde la imagen es mirada, cuidada, vestida, y sobre todo rezada.
Estas imágenes del Niño Dios, tan frágiles y luminosas a la vez, son para las hermanas compañeros de diálogo, consuelo en la soledad y estímulo en la fe. Ante ellos, día tras día, las monjas colocan su palabra, sus súplicas, su gratitud, sus silencios. Y es ese mundo interior —invisible, escondido, madurado en siglos de oración— el que hoy se abre, discretamente, para quien quiera contemplarlo.
No se trata de una exposición académica ni la de un museo. Es, más bien, una puerta entreabierta a la clausura, un gesto de hospitalidad espiritual que permite asomarse a un ritmo distinto, donde la belleza no se explica: se acoge.
Por eso, esta invitación no está dirigida sólo al creyente. Está abierta a todos: a quien busca, a quien duda, a quien simplemente desea detenerse un instante frente a la inocencia de estas imágenes que hablan sin palabras. Cada visitante, creyente o no, puede descubrir en estos Niños algo que toca la fibra más honda: la vulnerabilidad, la esperanza, la delicadeza de lo humano.
Quien entre en este espacio sentirá que estos Niños Jesús no son testigos mudos del pasado. Son, más bien, llamas pequeñas que alumbran el presente, espejos donde cada uno puede contemplar su propia infancia espiritual, su necesidad de luz, su deseo de paz.
Que esta visita sea, para todos, un momento de contemplación serena y de encuentro con lo más íntimo.
En el coro bajo del Real Monasterio de las Comendadoras de Santiago de Madrid del 3 de diciembre al 3 de enero. Para conocer más detalles en la web: www.comendadorasmadrid.com