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El Barroco: el arte del movimiento. La Basílica de San Juan de Dios como ejemplo único en el mundo.
Publicado el 22 Ene, 2025

El barroco es considerado como uno de los movimientos más poderosos, visualmente hablando, que busca desplazar a la razón y poner por encima el sentimiento, lo sorprendente. Esto permite un discurso artístico rompedor, que se centre en cuestiones que en el renacimiento no interesaban y donde la Iglesia apostó para poder trasmitir al pueblo la complejidad de las enseñanzas, con un estilo que aportaba a las obras el dramatismo necesario para llegar directamente al interior de los fieles.

Sí tenemos que reconocer que el barroco no es algo uniforme en Europa y que cada territorio le aporta diferenciaciones generadas de las cuestiones culturales. La complejidad del territorio español lleva a que incluso dentro de este contemos con diferencias locales como es el caso de Andalucía, que recoge un sentimiento religioso de un fuerte arraigo popular que llevará a la máxima expresión del barroco repleto de dramatismo.

En Granada encontramos el ejemplo principal de este movimiento en el territorio andaluz, trasmitiendo a los visitantes una sensación de ilusionismo y dinamismo que envuelve los sentidos y conmueve. Este templo se idea desde la importancia histórica y religiosa, pues en su interior se encuentran los restos del santo de la Caridad, en otro de los elementos más singulares de este movimiento, que es el Camarín. Su construcción se inicia en 1737 por José de Bada y Navajas, y bajo el mandato de Fray Alonso de Jesús y Ortega, se convertirá en uno de los focos principales para la creación artística de la ciudad contando con artistas como Pedro Atanasio Bocanegra o Sánchez Sarabia entre otros, e incluso de diversos lugares como Luisa Roldan.

La ornamentación de las paredes es un compendio de frescos que crean una arquitectura fingida, añadiendo escenas hagiográficas del propio San Juan de Dios o de la vida de Cristo, donde uno de los elementos principales son los espejos por la amplitud que aportan a la luz. Pero si recogemos la idea anterior, el barroco español aporta a este estilo una cosa principal y de un gran protagonismo, los retablos. En la Basílica encontramos tres principales: además de el de la Capilla Mayor, se encuentran el de San Rafael y el del propio San Juan de Dios, siendo estos últimos gemelos. Presentan características similares a los que encontramos en las capillas laterales.

La pieza más importante de la Capilla Mayor es su imponente retablo dorado realizado por José Francisco Guerrero y con esculturas de Sánchez Sarabia. En el centro de este se abre un arco que deja ver el Camarín, dando una enorme sensación de profundidad al retablo. El manifestador se encuentra normalmente oculto por un lienzo de Sarabia que representa al Buen Pastor. Tras él, se guarda la custodia realizada para el V centenario del nacimiento de San Juan de Dios. En la parte superior, se encuentra la imagen de la Inmaculada Concepción, de Sarabia, sobre peana de nubes y ángeles, recordando la idea central de la Basílica: el Amor de Dios.

El Camarín es donde el barroco se hace ejemplo, lugar donde se intensifica cualquiera de las ideas y se llevan a sus máximas posibilidades. El espacio te atrapa generándose una sensación de rompimiento de gloria. En este espacio se encuentra la urna que custodia los restos de San Juan de Dios. En sus cuatro frentes se encuentran cuatro medallones en los que se representan las imágenes del nacimiento del Santo Padre: la forma del hábito que le dio el Obispo de Tuy, Sebastián Ramírez de Fuenleal; el momento en el que el Santo lavó los pies de Cristo en traje de pobre, y la caída de la yegua y el consuelo que recibió de la Virgen María. El conjunto de la sala conjuga armónicamente multitud de espejos y relicarios que suman un total de ciento noventa. Entre estas reliquias destacan el crucifijo que San Juan de Dios sostuvo en sus manos al morir, el Lignum crucis (la cruz de Cristo). Tras la urna, destaca la Inmaculada del siglo XVIII de Vera Moreno. Cuenta con un ante y post camarín, que mantienen la esencia del espacio, pero sin restarle la poderosa sorpresa de estar en su interior.

Es sin dudarlo el principal ejemplo del barroco y su esencia. Desde sus estípites hasta el último de los reflejos de los espejos, acoge la esencia de lo que se mantiene, pero parece que se derrumba. Lugar donde el visitante puede comprender la grandiosidad del santo hombre que acoge, y lugar donde la vía para el mensaje religioso se convierte en un foco de luz dorada con el arte a su servicio. Siendo todos estos elementos y muchos otros, los motivos para visitar este excelente lugar.

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