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El gótico y la importancia de la luz: El caso de las vidrieras en la catedral de León
Publicado el 2 Jul, 2024

Como bien es sabido por todos, la catedral de León es una de las grandes joyas de la arquitectura española del siglo XIII. En el año 1253, cuando da comienzo su edificación, se busca el uso de la luz; siendo ésta una de las características que llegan con el paso del estilo románico al gótico.

El cambio en la arquitectura con la introducción de la concepción “nervada”, llevará a un desprendimiento de los muros cerrados que venimos viendo en el románico, y dará lugar a la apertura de grandes vanos que crearán esta aura mística, al permitir la entrada de luz, haciendo que esta adopte tanto un componente arquitectónico como religioso. Pero ¿por qué se da esta nueva visión? Esto se debe a la relación simbólica de la luz con la figura de Dios, que tendrá sus bases en la filosofía de Plotino y la contemplación del Uno, que será redescubierta en este momento. Las vidrieras entonces serían un medio plástico al que recurrir durante la Edad Media para desarrollar la temática y concepción mental del mundo religioso.

El arte del vitral y las vidrieras nacerá de las composiciones de los manuscritos medievales, en los cuales se inspirará la iglesia católica para la creación de estas. Esta práctica comenzará a utilizarse en el norte de Europa durante el siglo XI, se extenderá hacia el sur donde alcanzará su máximo esplendor y entrará en desuso durante el siglo XVI con la llegada de nuevos ideales.

Dentro de la Catedral de León, podemos apreciar un gran despliegue de arte vitral, contando con unos mil ochocientos metros de vidrieras distribuidos alrededor del conjunto. Estas se pueden estudiar de varias formas: individualmente unas de otras independientemente del conjunto total, teniendo en cuenta que unas son de época y autor diferentes; y desde el punto de vista de todo el conjunto, teniendo en cuenta la diversidad individual, la unidad luminosa, cromática y temática.

Una vez dicho esto, el conjunto vítreo de León se estructura en vidrieras bajas; vidrieras altas; las concentradas en el triforio concebidas como vidrieras medias; y sus tres rosetones, norte, sur y oeste.

Las vidrieras bajas concentran una decoración con figuras pequeñas, y se encuentran sobre todo en las capillas. Estas escenas representan temas históricos, bíblicos o del santoral, y se inscriben dentro de formas geométricas, dejando poco espacio para los fondos los cuales se decoran con elementos florales o geométricos formando rosarios, bandas o ajedrezados. Debemos tener en cuenta como hemos comentado anteriormente que la construcción de las vidrieras fue progresiva, por lo que las de más reciente construcción imitarán las formas de las antiguas, como las que realizará Rodrigo de Herrera en el siglo XVI.

Las vidrieras altas, por su parte, recogen la decoración con las figuras de mayor tamaño y fueron realizadas durante los siglos XIV, XV y XVI. En estas se colocan las figuras de forma vertical, siendo coronadas por un doselete, con arcos trebolados, ricamente decorados con contarios de perlas y bandas de colores; destacando sobre todo los fondos azules y rojos.

Los temas que en las vidrieras se recogen tienen orden de lectura tanto individualmente como en su conjunto. Tanto en el caso de las figuras pequeñas como en el de las de gran tamaño debe hacerse una lectura de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo. Esto es así pues los personajes más importantes se colocan en los lugares superiores.

El resultado de todo lo que hemos comentado queda reflejado dentro del conjunto, como vemos en el rosetón oeste, el cual tiene un diámetro de siete metros y medio quedando dividido en veinticuatro medios puntos exteriores. Queda conformado en la parte central por doce ángeles que avanzan hacia el óculo en el que se representa a María sedente con el niño en brazos.

Como conclusión, hay que recalcar la importancia que tuvo en su momento este tipo de representaciones artísticas para una población en su mayoría iletrada, que recurría a la lectura visual de las representaciones colocadas en las portadas de las iglesias, y en este caso las representadas en las vidrieras. Así mismo, hoy en día supone para nosotros una gran fuente de información sobre el pasado además de la belleza estética que supone su contemplación en la catedral de León, siendo una más de sus riquezas y un motivo más para su visita.

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